miércoles, 30 de noviembre de 2011

Los instrumentos de medición de la población
Para medir las características de la población se utilizan, frecuentemente, una serie de instrumentos que es necesario explicar para conocer su verdadero alcance. Las tasas relacionan un hecho demográfico (La natalidad, La mortalidad, La mortalidad infantil, etcétera) ocurrido en un tiempo dado (generalmente un año) con un número fijo de habitantes de un área (país, provincia, departamento, municipio). Por ejemplo: la tasa de natalidad mide la cantidad de naci­mientos ocurridos en una población por año y por cada 1.000 habitantes.
Las tasas relacionan dos su poblaciones (mujeres, niños, hom­bres, etc.) entre sí. Por ejemplo: el índice de masculinidad es la canti­dad de hombres por cada 100 mujeres.
Las proporciones relacionan una subpoblación con la población total, estableciendo un porcentaje con respecto a esta última. Por ejem­plo: el porcentaje de población rural relaciona la población rural con el total de población.
Las medidas resumen dan una idea rápida de una situación poblacional, como la edad promedio; o bien comparan dos datos, como por ejemplo la densidad de población, que compara la población con la superficie en la que habita.
La población argentina y su espacio
La población total de la Argentina, según el censo del año 2001, es de 36.260.130 habitantes. Esta cifra por sí sola tiene poca utilidad; para darle sentido se deben establecer comparaciones.
Más interesante es relacionar el tamaño de las poblaciones con el área que ocupan. A lo largo del tiempo, una población ocupa un espacio, lo modifica de acuerdo con las posibili­dades del momento, y también se adapta a sus condiciones. Poco a poco se establece cierta forma de distribución de la población sobre un territorio: por eso, los casi 37 millones de habitantes del país no se distribuyen de forma regular u homogénea en el espacio. La dis­tribución de la población argentina es muy irregular, característica que comparte con casi todos de los países latinoamericanos. En efecto, el 30% de la población argentina, vive en el Gran Buenos Aires. Le siguen en orden el resto de la provincia de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, que en conjunto concentran el 59% de la población total. En el otro extremo, Santa Cruz y Tierra del Fuego, solo tienen el 0,8% de la población total.
También se puede considerar la distribución de la población por regiones. La región pampeana junto con el Área Metropolitana, históricamente las de mayor peso demográfico, concentran el 66% de la población total del país. Con porcentajes mucho menores, le siguen el Noroeste con el 12%, y las demás regiones, cada una con menos del 10% del total. Pero esos porcentajes cambian con el tiempo, como se puede ver en el cuadro.

La desigual distribución según las densidades
Dado que el simple número de población no es un dato demasiado útil por sí solo, tam­bién se utiliza el de la densidad (la relación entre la población total y el espacio que habita expresada generalmente en habitantes por  km 2).
La densidad media del país es, según el censo 2001, de 13 hab/km2 , con grandes contrastes entre la ciudad de Buenos Aires con miles de habitantes por kilómetro cuadrado; Tucumán y Misiones con elevadas densidades debido a sus escasas superficies, las provincias pampeanas que históricamente mantienen densidades medias-altas y, en el otro extremo, las provincias patagónicas con densidades muy bajas, inferiores a 5 hab/km 2.
La distribución espacial de una población está vinculada con el proceso histórico de ocupación del territorio, las características socioeconómicas del proceso y las condiciones ambientales del lugar. Por ejemplo, las condiciones físicas de la Patagonia se señalan como la causa principal del escaso poblamiento de la región, aunque debería tenerse en cuen­ta que ésta es una región de ocupación reciente. Se debe considerar también .que los modelos de desarro­llo económico de los sucesivos gobiernos nacionales estimularon y concentraron las actividades económi­cas en la región de la pampa húmeda, en desmedro de las demás regiones del país.
Densidad de la población por departamentos
El estudio de la densidad de población tomando una provincia es un dato promedio que lleva a supo­ner, erróneamente, que existen condiciones homogé­neas dentro del territorio de cada una de ellas. Para tener una visión más aproximada acerca de la forma real de la distribución geográfica de la población hay que referirse a unidades más pequeñas, como los departamentos o partidos en que se divide el país.
Los máximos valores corresponden a unida­des poco extendidas y totalmente urbanas como la Capital Federal, los departamentos capital de Tucu­mán y Mendoza y los partidos del Gran Buenos Aires. También hay altas densidades en unidades donde la población rural está muy concentrada, como lo son las áreas de riego o las zonas de cultivos intensivos en cada territorio provincial.
Las zonas de más baja densidad poblacional son la región patagónica y el oeste y noroes­te del país, interrumpidas por los manchones de alta densidad de los oasis de Mendoza y San Juan. Hacia el este, las densidades aumentan vinculadas con las zonas de agricultura de secano y las exportadoras de carnes y granos. Es fuerte la concentración en la zona del Litoral industrial: las altas densidades se extienden casi ininterrumpidamente desde La Plata hasta Santa Fe.


Una fuerte concentración urbana
Otra forma de estudiar La distribución de La población en un territorio es considerando su concentración, tanto de La población urbana como de La rural. La primera está espacialmente concen­trada y La segunda se asienta de manera dispersa sobre un espacio.
No hay acuerdos en el tema de delimitar qué es lo urbano y qué es lo rural. En la Argentina se sigue un criterio cuantitativo a lo largo de todos los cen­sos nacionales. Para el INDEC, la población urbana es aquella que reside en aglomeraciones de más de 2 mil habitantes. Si tomamos como base las estadísticas realizadas por el INDEC, La población de La República Argentina es una de las más urbanizadas del mundo. Para el año 2001, el 89,3% de la población total del país estaba urbanizado.
La Argentina posee una de las más grandes aglo­meraciones urbanas del mundo: el Gran Buenos Aires. El Gran Buenos Aires, como se verá en el capítulo 11, incluye 24 partidos del conurbano más la ciudad de Buenos Aires y concentra 12 millones de habitantes. El fenómeno de polarización entre lo urbano y lo rural, gran concentración de población en pocas ciudades y grandes espacios rurales con poca poblaciones un fenómeno que se da en muchas provincias del país, en donde más de la mitad de los habitantes se con­centra en las ciudades, principalmente en las capi­tales provinciales y poca población se localiza en las zonas rurales.

El proceso de urbanización
Llamamos urbanización al fenómeno del crecimiento y la concentración de la población en las ciudades. La urbanización es el resultado de un proceso histórico por el que atravesó una sociedad. En la Argentina, el fenómeno de la concentración urbana se acentuó durante la industrialización del país, desde mediados de la década de 1930 a mediados de la de 1970. En ese periodo, las ciudades más importantes recibieron un importante flujo de migrantes internos que se sumaron al crecimiento de cada urbe. Las ciudades resultan atractivas para la población: brindan trabajo, servicios de salud y educativos complejos y especializados, están bien comunicadas, hay mayor oferta comercial y posibilidades de diversificar el con­sumo. A veces, su crecimiento desmesurado produce inconvenientes: inseguridad, contami­nación, congestión de tránsito y problemas de cobertura de algunos servicios básicos.
Entre los años 1980 y 1991, las áreas rurales perdieron casi 600 mil habitantes a causa de la crisis de la producción agropecuaria y los avances tecnológicos. Esto provocó que la tasa de urbanización en la Argentina creciera sostenidamente por la migración del campo a la ciudad; aunque hoy se observa una relativa estabilización. La población rural está en un nivel tan bajo que no remite migrantes a las ciudades en un número apreciable, y hay un aumento del intercambio demográfico entre centros urbanos.

Los principales centros urbanos
Los males de la Argentina con frecuencia se atribuyen a la con­centración de la población, el poder y la toma de decisiones en la ciudad de Buenos Aires. Esto es producto de un dato objetivo (aun­que las conclusiones no lo sean): en el Gran Buenos Aires (Ciudad de Buenos Aires y los 24 partidos del Gran Buenos Aires) viven 12 millones de habitantes, casi un tercio de La población total del país. Le siguen las ciudades de Córdoba, Rosario, Mendoza, San Miguel de Tucumán, La Plata y Mar del Plata. Lo que más llama la atención es la diferencia entre la concentración de población en la primera aglo­meración y las demás ciudades del país: casi 10 veces más población que la segunda, el Gran Córdoba, con 1.360.000 habitantes, según el censo del año 2001, seguida muy de cerca por el Gran Rosario. Este fenómeno se observa también en otros países de América latina en donde una ciudad tiene un alto porcentaje de la población total del país y su tamaño es varias veces mayor que la segunda ciudad en can­tidad de habitantes, concentrando también, el aparato productivo y los servicios. En estos casos, podemos hablar de la primacía urbana de algunas ciudades sobre otras.
Estas aglomeraciones poseen una fuerte capacidad de decisión económica y política. Pero eso no determina necesariamente una mala distribución de la población, sino que es el resultado del proceso económico y social. Que sea malo o no es un juicio imposible de deter­minar objetivamente. En la Argentina, como en otros países, el proceso de primacía urbana llegó a un límite a partir del cual se observa una redistribución.
Hay una tendencia a la distribución demográfica en tres grupos de similar tamaño: la población ubicada en los alrededores de Buenos Aires, la que vive en ciudades grandes y medianas en todo el país, y el resto. EL crecimiento de las ciudades significa la expansión de la edificación, abarcando poblaciones que pertenecen, a veces, a otros municipios o departamentos y a zonas rurales. La mancha urbana crece y se constituye en un continuo de zonas edificadas, principalmente alrededor de las vías de comunicación. Este proceso es conocido como suburbanización o periurbanización.

La estructura de la población Argentina
La razón media de masculinidad de La Argentina es de 94,9 hombres por cada 100 mujeres. Este predominio del sexo femenino no se debe a una relación desigual en los nacimientos (levemente favorable a los hombres) sino a que las mujeres alcanzan una edad más avanzada. En nuestro país, la inmigración europea de fines del siglo XIX y principios del XX influyó en sentido contrario, dado que entre los migrantes predominaban Los hombres. A partir de ese momento, el índice de masculinidad de la Argentina descendió, y paralelamente disminuía la entrada de extranjeros. En el censo de 1895, el índice de masculinidad era de 113 hombres cada 100 mujeres y al final del período (1914) era de 105 hombres por cada 100 mujeres. La combinación de factores biológicos y sociales hace que existan también variaciones al analizar las provincias. Provincias como Santa Cruz, Chubut, Formosa y Misiones tienen en la actualidad índices de masculinidad superiores a 100, siendo el máximo en Tierra del Fuego (104,7 hombres sobre 100 mujeres); mientras que en la ciudad de Buenos Aires el predominio es de las mujeres sobre los varones (82,9 hombres sobre 100 mujeres).

Las edades de la población
La población argentina tuvo importantes cambios en su estructura demográfica a lo largo del siglo XX, que afectaron tanto la composición por sexo como la escala de edades, en relación con el desarrollo económico y social que afectaba al país. Para representar la estructura demo-gráfica es decir, la composición de la población por sexo y grupos de edades, se utilizan las pirámides de población. Los datos en una pirámide de población se representan sobre un gráfico: en el eje horizontal, la cantidad de población por sexos (en cifras absolutas o en porcentajes) y en el vertical, los grupos de edad por quinquenios. La pirámide de población permite analizar el estado de la población en una fecha dada, y se puede hacer comparativamente en el tiempo y con otras unidades territoriales. Una pirámide de población proporciona gran cantidad de información. Muestra rasgos de la evolución de una población y predice la tendencia. Además, refleja el comportamiento de la natalidad y la mortalidad en el pasado y el presente, y la esperanza de vida, aspectos asociados con el desarrollo social y económico.

Según las Naciones Unidas, una población joven es aquella en donde el grupo de 65 años y más representa menos del 5% de la población total; del 5 al 10% se trata de una población madura; más del 10% es una población vieja. Al observar las pirámides de la Argentina desde 1895 hasta 2001 comprobamos que se pasó de una pirámide progresiva con una estructura de población joven en 1914, hacia una estacionaría con población madura en 1947 para llegar a una de tipo regresiva o por lo menos estacionaria desde 1970, representando a una población en vías de envejecimiento.


Los tres tipos de pirámides básicas sirven como modelo para el estudio de pirámides particulares donde se analiza, entre otros aspectos, la estructura de la población por edades: joven, madura y anciana o vieja













La población argentina envejece y la vida se prolonga
La pirámide de población del censo del año 2001 muestra algu­nas de las tendencias demográficas que se vienen manifestando desde la década de 1970.
La composición por grandes grupos de edad muestra una ten­dencia al envejecimiento: proporcionalmente, cada vez hay más ancianos y la esperanza de vida -edad promedio de las defuncio­nes por causas naturales de un país- aumentó- llegando a los 70 años para el hombre y a los 77 para la mujer, una de las más altas del mundo (la esperanza de vida promedio de la Argentina para ambos sexos es de 73 años).
El envejecimiento de una población está asociado también
con la reducción del número de nacimientos y la disminución de y mortalidad de la población en edades adultas y ancianas como resultado de los avances en el campo de la medicina que mejoran la calidad de vida de algunos sectores sociales. Existe, además, una relación directa entre la disminución de la nata­lidad y el aumento de la tasa de urbanización: en las ciudades, por lo general, las mujeres tienen un mejor nivel de instrucción y la distribución del conocimiento y los métodos para el control de la natalidad aumentan, reduciéndose el número promedio de hijos a lo largo de su edad reproductiva.

Los cambios en la estructura demográfica a través del tiempo
En el año 1914, la población argentina presentaba una estructura joven, con una alta tasa de natalidad que llegaba al 39 por mil, en tanto que La mortalidad había descendido al 19,7 por mil.
Como consecuencia de la llégada de inmigración proveniente de Europa, una importante proporción de la población asentada en la Argentina era extranjera (29,9% del total): la más alta registrada en la historia. Y en esa población había predominio de los hombres sobre Las mujeres, principalmente en los grupos de 20 a 40 años.
Después de este pico inmigratorio del año 1914, la afluencia de extranjeros disminu­yó notablemente. Si se observa La pirámide que corresponde al año 1947, los no nativos (extranjeros) representan un 15% de la población total. La natalidad continuó descen­diendo hasta alcanzar un promedio de 26 por mil; lo misma sucedió con la mortalidad, que descendió a 10,5 por mil habitantes.
 La pirámide que correspondiente al año 1970 muestra el efecto que tuvo la reducción defini­tiva del caudal migratorio; Una vez que cesó la llegada de inmigrantes al país, el crecimiento natural de la población se hizo cada vez más bajo, alcanzando el 13,4 por mil, cifra a la que también se llega como consecuencia de la disminuyen de la natalidad y de la mortalidad.
Paralelamente se puede observar un aumento en la esperanza de vida de la población argentina, que supera los 67 años. La pirámide del año 1970 también refleja que estructu­ra de población de La Argentina es 4° de una población envejecida, situación que se acentúa en la Capital Federal, mientras que en provincias como Formosa o Misiones, las poblaciones para el mismo momento eran mucho más jóvenes.
Un hecho que caracteriza la historia de La población de la Argentina es que a lo largo del siglo XX la natalidad y la mortalidad descendieron de forma paralela, lo que tuvo como con­secuencia que el crecimiento vegetativo (que nunca fue muy alto) presentara relativamente pocos cambios a lo largo del tiempo.

Una población que crece poco
EL análisis de La ecuación demográfica básica y de sus componentes para la República Argentina muestra que el ritmo de crecimiento demográfico del país es lento, como resulta­do del bajo crecimiento vegetativo y de los saldos migratorios negativos o cercanos a 0.
EL ritmo de crecimiento de La población argentina disminuye desde la década de 1930 y, aunque registró un leve crecimiento en 1970, en las dos últimas décadas se observa que la tendencia a la desaceleración de la tasa de crecimiento total de la población continúa. La tasa media anual de crecimiento en el período intercensal 1980-1991 fue de 14,6 por mil, descendiendo a 10 por mil en el período comprendido entre los dos últimos censos.
Para los demógrafos, en la Argentina la población envejece, no sólo por el porcentaje que representa la tercera edad sino por su ininterrumpido aumento. Entre los factores que más han influido en este envejecimiento se destaca la caída sostenida de la fecundidad, que menguó el aporte de población joven. En menor medida esto también se debe a la disminución de la mortalidad.

El envejecimiento de la población presenta variaciones según zonas o grupos socioeconómicos, es mayor en las ciudades y en los sectores de población de mayores recursos.

Diferencias demográficas

Para establecer las características demográficas actuales de la población total del país se hace un promedio de los valores de cada localidad o jurisdicción (sea una ciudad, un partido o departamento, o una provincia). Si se tienen en cuenta otros agolpamientos de población (por ejemplo, la población de las provincias, de zonas rurales o urbanas o de sectores socioeconómicos), se pueden encontrar diferencias respecto de las características de la población total del país. Por ejemplo, la provincia de Santa Cruz es la que presenta el mayor porcentaje de población extranjera (el 12%); en algunas jurisdicciones la fecundidad es más alta (entre 2 y 4 hijos en Misiones y Catamarca) y, en otras, más baja (entre 1 y 2 hijos en la Ciudad de Buenos Aires).

Baja natalidad, bajo crecimiento vegetativo
El crecimiento vegetativo bajo y descendente de la población argentina se explica por la reducción de la tasa de natalidad (18,2 por mil), ya que la tasa de mortalidad (7,6 por mil) se mantiene estable desde hace algunas décadas. Hay que tener en cuenta la influencia del incre­mento de la población anciana al aumentar la esperanza de vida al nacer.
Es importante destacar que las cifras promedio para todo el país encubren diferencias regionales. La tasa de natalidad es de 13,9 por mil en la ciudad de Buenos Aires y de 15,9 por mil en Córdoba mientras que en Catamarca o Misiones asciende a 24 por mil. Otro indicador del descenso de la natalidad es el número medio de hijos habidos por las mujeres en edad reproductiva (de 15 a 49 años) que también es bajo y sigue descendiendo. Asimismo influyen en la natalidad el aumento del nivel de instrucción de las madres, su mayor participación en el campo laboral y un estilo de vida netamente urbano.

Las disparidades regionales en el crecimiento natural
Es interesante analizar las tasas de crecimiento natural o vegetativo por provincias, porque el promedio nacional no refleja las diferencias regionales.
Las tasas de crecimiento vegetativo anual por regiones y provincias para los períodos intercensales de las últimas dos décadas muestran que el crecimiento real o total de la población de la Argentina depende cada vez menos del balance entre nacimientos y defun­ciones, mientras crece la influencia que tienen las migraciones internas.
La dinámica natural o vegetativa de la población muestra que las regiones del Nordeste y Noroeste son las de mayor aporte reproductivo, las que mantienen más altos los índices de natalidad, junto con las provincias de la región patagónica, cuyo ritmo de crecimiento dis­minuye más marcadamente que en las regiones anteriores. La región de Cuyo, con valores elevados de crecimiento vegetativo, no alcanza a compensar las salidas por las migraciones en dos de sus jurisdicciones. Por su parte, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires reduce su aporte por crecimiento natural a la mitad y en la región pampeana el movimiento natural continúa siendo relativamente bajo y en descenso, destacándose las tres provincias de mayor peso poblacional -Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe-, con ritmos de cambio menores al promedio del país.
Si se vuelve a la ecuación demográfica básica de la página anterior, se advierte que el ritmo de crecimiento natural de la población nacional, resultado del balance entre naci­mientos y defunciones, no explica el crecimiento real o total de una población. Para que ello ocurra hay que agregarle el saldo migratorio. El crecimiento por migraciones y el cre­cimiento por aporte vegetativo generalmente se mueven en la misma dirección: al mayor valor de una de las variables se asocia el mayor valor de la otra, es decir, los saldos migra­torios positivos se corresponden con los ritmos vegetativos más altos, y los saldos migra­torios negativos de volumen más importante se relacionan directamente con los menores crecimientos vegetativos.

La Argentina y las migraciones internacionales
Las migraciones son un factor relevante en el desarrollo de un país, pues influyen directamente sobre la dinámica demográfica y potencian el crecimiento o el decrecimiento de los distintos espa­cios geográficos, e indirectamente provocan impactos económicos, culturales y sociales.
Al observar la evolución de las migraciones externas se comprueba que a fines del siglo XIX y principios del XX, la República Argentina se destacó por sus saldos migratorios posi­tivos, que produjeron un significativo cambio en su volumen poblacional. En la segunda mitad del siglo XX hubo una variación en el origen del aporte externo de población. En ese mismo período comenzó y se intensificó el proceso de emigración neta de argentinos. Las evidencias estadísticas muestran que en los albores del siglo XXI se produjo la reversión de las corrientes migratorias hacia saldos netos negativos.

La gran inmigración
La inmigración europea de fines del siglo XIX y principios del XX es un capítulo fundamental en la historia argentina. La llegada de población ultramarina proveniente de Europa, en su mayor parte de Italia y de España, motorizó el crecimiento y formó parte del proceso de modernización cultural, política y económica. Significó una alteración en la distribución de la población, otorgando mayor peso a la región pampeana. Esta región fue receptora de la parte más importante de la corriente inmigratoria por las oportunidades que brindaban la colonización agrícola, la construcción de los ferrocarriles, los servicios urbanos, la expansión del comercio en general y la actitud positiva ante la inmigración por parte de los gobiernos. Los inmigrantes fueron atraídos por la política de "puer­tas abiertas" que se aplicó durante ese periodo. Hacia 1914, la población no nativa representaba un tercio de la población total del país, ¡uno de cada tres habitantes era extranjero! El inicio de la Primera Guerra Mundial marcó el fin de esta era. En la década de 1920 se reinició la llegada de inmigrantes y volvió a disminuir por la crisis de los años 1930 y la Segunda Guerra Mundial.
El aporte de población extranjera, con predo­minio de migrantes masculinos en edad activa, no solo influyó en el incremento de la población total, sino que también produjo un aumento en las edades fecundas dando lugar, en las décadas siguientes a una mayor cantidad de nacimientos. Y además, el aporte de los inmigrantes cambió radicalmente la composi­ción étnica de la población; la Argentina criolla del siglo XIX dio paso a un país europeizado con escaso aporte de sangre indígena. Desde 1947, la proporción de población extranjera disminuyó de forma sistemá­tica, sobre todo la europea, para ser reemplazada por inmigrantes de países Limítrofes.

La inmigración de países limítrofes
Prácticamente en todas las zonas de frontera del país hay movimientos de población, temporarios o permanentes. Muchas veces, esos movimientos tienen como destino final Buenos Aires, Rosario o Córdoba, pero las provincias fronterizas son la primera escala de una migración definitiva. Si se analiza el fenómeno, en el pasado estas provincias consti­tuyeron el principal destino de estas corrientes migratorias; actualmente, el 47% de los migrantes fronterizos se localizan en el Área Metropolitana de Buenos Aires. En cuanto a las nacionalidades, predominan los paraguayos y los chilenos.
Estos movimientos de población son migraciones que tienen como causas las crisis eco­nómicas en los países de origen, la falta de oportunidades laborales y la creencia de que en la Argentina encontrarán mejores condiciones de vida.
Respecto de algunas características de los migrantes limítrofes, hay que destacar que en conjunto, predomina la concentración en edades activas: el 83% tiene entre 15 y 64 años. También es importante observar que hacia 1991 se registraba un marcado predominio feme­nino entre los migrantes limítrofes: 92 varones por cada 100 mujeres.
En muchos casos, estos inmigrantes permanecen de manera ilegal en el país ya que no tienen la documentación requerida y se los denomina inmigrantes clandestinos, ilegales o indocumentados.
Una de las características demográficas del conjunto de los migrantes limítrofes es que se trata de poblaciones en las que son mayoría los jóvenes y adultos (los que tienen entre 15 y 64 años), a diferencia de los migrantes europeos en los que se destaca el número de personas de más de 64 años, Otra característica es el predominio de la población femenina entre los migrantes limítrofes, especialmente entre las edades jóvenes y adultas tempranas (entre 15 y 39 años) y entre las mayores de 65.
En una primera etapa, predominó la inmigración limítrofe temporaria, porque las personas llegaban para realizar trabajos estacionales (como las cosechas o la esquila) en las zonas rurales de las provincias con fronteras internacionales. Es el caso de los bolivianos en la cosecha de la caña, de azúcar, los chilenos en la esquila en las estancias patagónicas o los paraguayos en las cosechas del noreste. En una segunda etapa se produjo la inmigración definitiva o más prolongada, con residencia urbana, especialmente en el Gran Buenos Aires (zona urbana formada por la Ciudad de Buenos Aires y los partidos bonaerenses vecinos).
Muchos migrantes limítrofes se ocupan en el servicio doméstico (las mujeres), en obras de construcción y otros trabajos manuales o en explotaciones agropecuarias. En zonas rurales cercanas al Gran Buenos Aires numerosas familias bolivianas realizan cultivos intensivos de hortalizas para abastecer el mercado urbano.

La emigración de argentinos
Un fenómeno social sobresaliente de la Argentina en la última parte del siglo XX fue la emigración de población argentina hacia distintos destinos y por diferentes razones. La tasa de crecimiento migratorio era negativa en las estimaciones para el quinquenio 1975-1980, en correspondencia con Los hechos políticos del período 1976-1983, cuando muchos argentinos víctimas de la represión del Estado buscaron refugio en otros países. El demó­grafo Alfredo Lattes sostiene que entre 1955 v 1985 emigraron unos 650 mil argentinos.
Intelectuales, estudiantes universitarios, artistas, gente de la cultura, y muchos que no pueden encuadrarse bajo estas categorías, se exiliaron, refugiándose en México, España y Suecia, por nombrar algunos de los países receptores.
Una cifra similar arroja la estimación indirecta realizada para el período intercensal 1991-2001, cuyo saldo migratorio internacional es de -665.861 personas: como consecuencia de la crisis económica, muchos argentinos abandonaron el país buscando un mejor nivel de vida y seguridad. Para el lapso intercensal 1980-1991, la cantidad estimada como balance migratorio externo mantiene un valor positivo de 289.161personas.

Las migraciones internas
Las migraciones internas son los desplazamientos de población dentro de las fronteras de un país. Pueden ser desde áreas rurales a urbanas (éxodo rural) o desde ciudades peque­ñas a otras de mayor tamaño e importancia, o de la ciudad al campo.
Un caso particular de movimiento poblacional es el que se desarrolla diariamente entre las ciudades de la periferia hacia el centro de un área metropolitana, son de carácter rítmico y reciben el nombre de pendulares.
Cuando se habla de migración interna se hace referencia a las migraciones estacio­nales: movimientos de población relacionados con las necesidades de mano de obra para tareas vinculadas con La agricultura (sobre todo, La cosecha). Fueron migraciones carac­terísticas de la producción cerealera de la región pampeana (que llegó a atraer migran­tes europeos), pero que con la mecanización de Las labores se desplazó hacia los cultivos del norte, como la caña de azúcar y el algodón. En la década de 1970 se movilizaban para esta actividad más de 200 mil personas. Actualmente, estas migraciones se diversificaron, e incluyen trabajos estacionales en las hortalizas, la vid, la manzana o el poroto, en diferentes lugares de la Argentina.
Hay también migraciones más permanentes, que se produjeron a partir del proceso industrializador cuando la población de las provincias afluyó mayoritariamente hacia la ciudad de Buenos Aires, y el cordón perimetral, con la intención de conseguir trabajo en las fábricas que estaban en una etapa de plena expansión. A su vez, las zonas rurales estaban en decadencia o saturadas de mano de obra por los cambios tecnológicos introducidos. Por ejemplo, en el Chaco, el algodón entró en un descenso de sus precios acompañado por el agotamiento de los sue­los por el monocultivo; en Misiones con la crisis de sobreproducción de la yerba mate; en Tucumán con la caída de la producción azucarera. Se produjo un masivo éxodo de pobladores desde las provincias hacia el Gran Buenos Aires, por las posibilidades que ofrecía con sus reales o potenciales fuentes de trabajo. No solo el Área Metropolitana de Buenos Aires fue receptora de inmigrantes internos, sino también, lo fueron las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe.
Los inmigrantes que conseguían trabajo se fue­ron asentando en Los cordones industriales de las principales ciudades del país y conformaron barrios obreros que se constituyeron en importantes cen­tros de La vida política y cultural.
Los que no se insertaron en el mercado laboral, o los que lo hicieron precariamente, comenzaron a incorporarse a los asentamientos marginales que se formaban en la periferia de las grandes ciudades. Estos asentamientos marginales contaban y cuentan con viviendas construidas con materiales precarios y tienen carencia de servicios básicos; poco a poco fueron conformando grandes villas miserias tanto dentro de la ciudad de Buenos Aires como en el Gran Buenos Aires, que se transformaron los lugares de ocupación permanente, cada vez más extendidos dentro de la trama urbana.
En general, los desplazados provenían de provincias con pocas fuentes de trabajo, o con una reducción de la cantidad de empleo, y se sintieron atraídos por las posibilidades que ofrecían las grandes ciudades. Al no encontrar empleo como esperaban, sufren nuevamente marginación y deben asentarse en estas villas miserias.
Otro foco de atracción importante fueron Las provincias patagónicas durante las déca­das de 1970 y 1980, época en la que se radicaron en la zona empresas petroleras, forestales e hidroeléctricas que necesitaban mano de obra. Cuando la demanda de mano de obra cesó, la migración hacia la Patagonia disminuyó.

Poblacion dela Republica Argentina
Mediante estos gráficos se pueden analizar aspectos del creci­miento y la composición de la población argentina. En las si­guientes pirámides, la población está agrupada en intervalos de 5 años. Cada uno de estos grupos se denomina "cohorte de na­cimiento". Cada cinco años se forma una nueva cohorte en la base de la pirámide. Las cohortes que están por encima enveje­cen y pierden miembros por mortalidad o pueden adquirir o perder miembros debido a la migración. En general, en todas las poblaciones nacen más varones que mujeres, lo que se refleja en una barra más ancha del lado de los varones en la base de la pirámide. Por otra parte, la mortalidad es mayor en los varones con el correr del tiempo, debido a esto en la cúspide de la pirá­mide las barras son más anchas del lado de las mujeres.
Población argentina. La pirámide de 1914
Por su forma esta pirámide es progresiva, es decir, de una población joven en crecimiento. La base ancha corresponde a altas tasas de natalidad. En esa época, 1914, el grupo de niños y jóvenes representaba el 40% de la población total.
El engrosamiento de las barras en los grupos entre 14 y 30 años indica el aporte de la población inmigrante. También se observa en esta pirámide el predominio de los varones sobre las mujeres en las barras correspondientes a los jóvenes y adultos; esto se explica porque la mayoría de los migrantes que llegaban a nuestro país eran varones de esos grupos de edad. La cúspide de la pirámide se afina bastante en los grupos de edad de adultos avanzados, las personas de más de 65 años representaban el 2,3% de la población.

Población argentina. La pirámide de 2001

Muestra cambios respecto de la anterior. La base se redujo porque decrecieron los niveles de natalidad; por otra parte, la proporción de población de edades medias y avanzadas es mayor. El descenso de la mortalidad está representado, por ejemplo, por el engrosamiento de las barras que representan las edades más adultas; también disminuyó la proporción entre el porcentaje de varones y mujeres que se observa en la pirámide de 1914.
La proporción de población no nativa presenta una importante reducción, casi no se distingue en la pirámide. Al comparar ambas pirámides se puede decir que estamos ante una población más madura y en proceso de envejecimiento




Las siguientes pirámides, de dos jurisdicciones del país, per­miten observar las importantes diferencias demográficas entre sectores de la población en el territorio nacional. Se observa que la población inmigrante (no nativa) en ambas pirámides tiene una presencia mucho menor respecto de la pirámide de 1914 (total del país), aunque de mayor magni­tud en la de la Ciudad de Buenos Aires respecto de la de Misiones.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 2001
La Ciudad de Buenos Aires (Capital Federal) tenía en 2001 una estructura de población aún más envejecida que la del total del país. La pirámide presenta una base muy angosta, lo que indica un importante descenso de la natalidad, y una cúspide que denota una importante presencia de la población mayor de 65 años (alrededor del 17%). También se observa en este grupo un mayor porcentaje de población femenina
Este tipo de pirámides con forma rectangular o de urna se denomina regresiva
Provincia de Misiones. 2001
En esta pirámide se vuelve a observar una forma progresiva, típica de una población joven, Alrededor del 38% de la población misionera tiene menos de 14 años. La base de la pirámide es mas ancha, debido a mayores tasas de natalidad que demoran el proceso de envejecimiento y la cuspide se afina por la menor proporción de adultos mayores (alrededor del 5%).








Cuestionario


1-              ¿Que instrumentos utilizan los demógrafos para detectar las características de una población?
2-       ¿Qué es la densidad de población? ¿Qué sucede con ella en nuestro país?
3-              ¿Dónde encontramos altas y bajas densidades? ¿A qué se debe?
4-              ¿Que criterio se utiliza en nuestro país para diferenciar entre una población urbana y una rural?
5-              ¿Por qué se da el proceso de urbanización en nuestro país? ¿Qué rol tienen los inmigrantes?
6-              ¿Qué sucede con la distribución de los centros urbanos y su importancia? ¿Como se denomina al fenómeno que llama la atención cuando uno mira el mapa de los principales centros urbanos?
7-              ¿Cómo se llama a proceso que ocurre cuando la mancha urbana se expande? Desarrolle.
           ¿Qué datos proporciona una pirámide de población? Desarrolle.
9-                Si miramos la pirámide de población de nuestro país para el censo 2001: ¿como la clasificarías? ¿Cuál es el fenómeno demográfico que está afectando a la población argentina según el autor? Menciones sus causas.
10-           ¿Qué datos te llaman la atención de la pirámide de población nacional del censo de 1914?
11-            ¿Qué cambios se empiezan a notar en la pirámide nacional de 1947 con respecto de la de 1914?
12-            ¿Para 1970 que sucede con la estructura de la población y con la distribución de los inmigrantes?
13-            ¿Por qué motivos menciona el autor que nuestra población envejece, cuales son los cambios acontecidos?
14-             ¿Qué es el crecimiento vegetativo? ¿éste es similar en todo el territorio? Desarrolle.
15-             ¿Qué otro fenómeno se suma al del crecimiento vegetativo y logra el aumento la población Argentina?
16-     Explica cómo se dieron los principales fenómenos migratorios en nuestro país y menciona sus características.

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